Santa Fe: Depredación y falta de controles
"No aprendemos mas" La triste realidad de los pesqueros santafesinos.
Martes 20 de febrero 2024 | 21:00 Hs.
¿Quién no ha escuchado alguna vez, en una reunión de pescadores deportivos, a alguien decir "no vale la pena ir a pescar ahí, no hay más nada, colaron el río", refiriéndose despectivamente a la intensa presión que la pesca comercial ejerce sobre la cuenca del río Paraná en gran parte del territorio santafesino? Sin embargo, parece que el refrán que indica "ver la paja en el ojo ajeno" resulta ser una triste cualidad de muchos que se dicen “pescadores deportivos”.
Desde hace un tiempo, el río Paraná ha recuperado su caudal de agua en un momento crucial para la reproducción de su fauna íctica, lo que ha propiciado el desarrollo de todas sus especies, incluyendo mojarras, sabalitos, boguitas, dorados y las especies de cuero, entre otras.
Hoy, podemos afirmar que el Paraná está rebosante de vida, y afortunadamente tanto los pescadores como todo el complejo turístico tienen la oportunidad de aprovechar este buen momento.
Lo curioso es que parece que después de años de "pescas pobres" y muy poca actividad de las especies deportivas en el Paraná, gran parte de los pescadores deportivos no han comprendido del todo la situación. Y por estos días, volvemos a ver repetidamente en redes sociales fotos de matanzas de surubíes, dorados, mandubé y cualquier pez que pueda "picar un anzuelo”. No importa la especie ni el tamaño, ni mucho menos lo que indique cualquier tipo de regulación vigente, observamos la carnicería que está ocurriendo en la pesca “no tan deportiva”.
Foto: ellitoral.com.ar
Más allá de los comentarios y publicaciones en redes, basta con salir al río para ver a muchas embarcaciones particulares subiendo a la lancha cada captura sin discriminar especie ni tamaño, lo que representa un gran daño ambiental pero también una verdadera pena para quienes disfrutan de la pesca. Además, esta situación sin dudas repercutirá negativamente en el futuro inmediato de los guías, cabañeros, vendedores de carnadas, tiendas de pesca e incluso en los kiosqueros de los pueblos ribereños cuando volvamos a diezmar los cardúmenes de surubíes y doradillos, y con ellos, al turismo.
Foto: lacapital.com.ar
Un párrafo aparte merecen las autoridades de control, que son muy escasas y en algunas zonas brillan por su ausencia tanto dentro como fuera del agua, propiciando un ambiente de completa anarquía donde el recuerdo de los “ríos flacos” parece tan lejano como nuestra responsabilidad de proteger un recurso que tantas alegrías brinda a los pescadores.
Foto: hendyla.com
Desde este espacio queremos llamar a la reflexión de cada uno de los amantes de la pesca deportiva, para que tomen conciencia de que las acciones individuales, cuando se realizan de manera masiva y desmedida, son igualmente perjudiciales para el recurso, que las que llevan a cabo las actividades extractivas, la contaminación de efluentes o los desastres naturales como las bajantes por falta de lluvias, entre otras.
La ausencia permanente del Estado como órgano de control nos deja a cada uno de nosotros la responsabilidad de cuidar de nuestros ríos y de las especies que los habitan.
Desde hace un tiempo, el río Paraná ha recuperado su caudal de agua en un momento crucial para la reproducción de su fauna íctica, lo que ha propiciado el desarrollo de todas sus especies, incluyendo mojarras, sabalitos, boguitas, dorados y las especies de cuero, entre otras.
Hoy, podemos afirmar que el Paraná está rebosante de vida, y afortunadamente tanto los pescadores como todo el complejo turístico tienen la oportunidad de aprovechar este buen momento.
Lo curioso es que parece que después de años de "pescas pobres" y muy poca actividad de las especies deportivas en el Paraná, gran parte de los pescadores deportivos no han comprendido del todo la situación. Y por estos días, volvemos a ver repetidamente en redes sociales fotos de matanzas de surubíes, dorados, mandubé y cualquier pez que pueda "picar un anzuelo”. No importa la especie ni el tamaño, ni mucho menos lo que indique cualquier tipo de regulación vigente, observamos la carnicería que está ocurriendo en la pesca “no tan deportiva”.
Foto: ellitoral.com.ar
Más allá de los comentarios y publicaciones en redes, basta con salir al río para ver a muchas embarcaciones particulares subiendo a la lancha cada captura sin discriminar especie ni tamaño, lo que representa un gran daño ambiental pero también una verdadera pena para quienes disfrutan de la pesca. Además, esta situación sin dudas repercutirá negativamente en el futuro inmediato de los guías, cabañeros, vendedores de carnadas, tiendas de pesca e incluso en los kiosqueros de los pueblos ribereños cuando volvamos a diezmar los cardúmenes de surubíes y doradillos, y con ellos, al turismo.
Foto: lacapital.com.ar
Un párrafo aparte merecen las autoridades de control, que son muy escasas y en algunas zonas brillan por su ausencia tanto dentro como fuera del agua, propiciando un ambiente de completa anarquía donde el recuerdo de los “ríos flacos” parece tan lejano como nuestra responsabilidad de proteger un recurso que tantas alegrías brinda a los pescadores.
Foto: hendyla.com
Desde este espacio queremos llamar a la reflexión de cada uno de los amantes de la pesca deportiva, para que tomen conciencia de que las acciones individuales, cuando se realizan de manera masiva y desmedida, son igualmente perjudiciales para el recurso, que las que llevan a cabo las actividades extractivas, la contaminación de efluentes o los desastres naturales como las bajantes por falta de lluvias, entre otras.
La ausencia permanente del Estado como órgano de control nos deja a cada uno de nosotros la responsabilidad de cuidar de nuestros ríos y de las especies que los habitan.
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