Juan Borús, integrante del Instituto Nacional del Agua (INA), brindó un detallado panorama sobre la situación actual del río Paraná, en medio de un contexto marcado por la persistencia de sequías en la región.
Santa María de las Misiones-Juan Borus
«No hubo variaciones significativas en los últimos meses debido a la escasez de lluvias que afecta prácticamente toda la región. Estamos en un escenario de continuidad de lo vivido entre 2020 y 2022», explicó, subrayando que el fenómeno climático está lejos de ser controlado.
El ingeniero señaló que, aunque 2023 trajo una leve recuperación, las condiciones actuales siguen siendo críticas. “Estamos en una condición de sequía en todo el continente sudamericano, con bajantes asociadas en prácticamente todos los ríos”, agregó. En particular, la alta cuenca del Paraná en Brasil presenta una reducción del caudal entregado por las represas, con variaciones mínimas y sin previsión de mejora a corto plazo.
Misiones, por su parte, tuvo una leve ventaja en comparación con otras provincias debido a algunas lluvias intermitentes. Sin embargo, Borús advirtió que, en términos generales, «estamos peor que el año pasado», con niveles de agua en descenso constante. Además, resaltó que la situación en la cuenca del río Iguazú es más estable, pero el aporte de agua al Paraná desde esa zona sigue siendo insuficiente.
En cuanto a las posibles implicancias de esta bajante para la vida cotidiana en la región, indicó que en Misiones el principal problema son las oscilaciones del caudal, que afectan directamente a las tomas de agua. “Una bajante importante hace que los costos de provisión de agua potable en zonas urbanas ribereñas aumenten”, advirtió, además de mencionar la afectación en la fauna ictícola, un problema que ya se había presentado en 2020.
Borús también hizo hincapié en la creciente preocupación por el cambio climático y su impacto: “Hace 25 años era escéptico, pero hoy no tengo más remedio que aceptar que esta variabilidad climática, que potencia los extremos, es la manifestación más evidente del cambio climático”, confesó, reconociendo que la situación obliga a acortar los horizontes de previsión a largo plazo.
Por último, no descartó la necesidad de que el gobierno nacional vuelva a declarar el estado de emergencia hídrica en la cuenca del Paraná, como ocurrió en 2021. La situación actual, explicó, presenta similitudes con aquella crisis, aunque destacó que las experiencias pasadas permitieron estar mejor preparados para enfrentar estos desafíos.
“La coordinación entre Argentina, Brasil y Paraguay fue clave en 2020, y esperamos que lo siga siendo para manejar estas situaciones con eficacia”, concluyó.
Las proyecciones para los próximos meses no son alentadoras, y mientras la incertidumbre climática persiste, la región sigue en alerta ante los posibles efectos de la bajante en las actividades cotidianas y económicas.