Luego de un frío comienzo y piques perezosos, julio se “calienta”, termina templado y con pesca firme. Con días casi primaverales el Paraná medio “explota” de dorados, y cada palo y corredera esquinense se convierte en un punto clave para la pesca del “tigre”.
A causa de la altura del río, la pesca se da en los arroyos más profundos o incluso en el mismo cauce principal del Paraná, allí el pique está firme en las modalidades más deportivas. Al golpe con carnada o anclados, “golpeando” las costas y los palos con señuelos o haciendo fly se puede disfrutar de una intensa jornada de llevadas y piques de dorados de todos los tamaños.
Cabe aclarar que los doradillos son los más activos en estos momentos, y entre pique y pique nos suelen sorprender dorados de muy buen porte, que todavía no están al cien por ciento de su actividad y son superados por la voracidad de los más pequeños, pero que por el momento se presentan más enérgicos.
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